De amores encasillados

Por lo general, y a pesar de que pueda parecer incomprensible. Lo confieso, me surgen más preguntas que respuestas, y es algo que me gusta. Es algo que se ha quedado conmigo, que se ha apoderado tanto de mi, que ahora debo decir que es mío. O mejor, puedo decir que ese soy yo.

 

Es por eso que, en los últimos meses me han invadido una serie de cuestionamientos acerca de mi propia labor, de mi propia forma de ser docente, de ser “profe”. Y es que cuando esas preguntas pasan el límite y arremeten contra mi (o a favor mío) ahí si es grave, porque mis inquietudes me ponen, de forma automática, en la búsqueda de soluciones, que lleven a la transformación.

 

¿Debemos siempre como maestros, establecer todos los limites a nuestros estudiantes? ¿Vale la pena seguir dando criterios para todo lo que se hace o se deja de hacer en una clase, o fuera de ella? ¿Se debe decir que hacer, con quien hacerlo, como hacerlo, cuando hacerlo, cuando entregarlo, en que materiales?

 

Muy a menudo, le inyectamos tantas pautas a ese proceso de aprender y enseñar dando siempre lineamientos entorno al punto al que se debe llegar, que estamos creando estudiantes que no van mas allá del límite que se les ponga; es decir, niños y jóvenes que se han acostumbrado a seguir, al mejor estilo de algún cuento infantil, migas de pan que marcan un camino para regresar a un lugar conocido.

 

¿Por qué no arriesgarnos a ir a lo desconocido? ¿Acaso no es más tentador? ¿La tentación tiene relación con la educación? ¿Incitar el pensamiento? Quizás esta labor de docentes, entre tanto planear, ejecutar y controlar; nos ha hecho también seguidores de migas hacia lo conocido, partidarios de la comodidad de saber qué lo que esperamos, es lo que vamos a ver; amigos incondicionales de las historias románticas con el mismo, y siempre repetido “y fueron felices por siempre”.

 

Por eso, aunque me declaro seguidor de amores encasillados en las mismas viejas películas; me gusta cuando las nuevas propuestas salen a flote, cuando el lugar para lo “académico” se transforma en un espacio para compartir, para dialogar, para interactuar, para pensar, para soñar con lo que se tacha por prohibido; cuando una luz al final del camino, nos indica que el camino se acaba y que lo que sigue es lo mejor… proponer, construir y seguir caminando, como en la canción – caminante, no hay camino, se hace camino al andar- . Me emociona sentir que, a pesar de todo, aprender y enseñar es también una cuestión de búsquedas y encuentros; de risas y nostalgias. Es una cuestión de amor.

 

Escribir comentario

Comentarios: 3
  • #1

    Dayanna... (sábado, 09 febrero 2013 12:56)

    es untexto en q habla mas metaforicamente por decirlo asi no es muy especifico en loq siente mas no habla abierta mente se unde si en su sentimiento como si kisiera trasmitir su propio sentimentalismo y dic no solo loq siente sino tambien loq le pasa lo q pienza sobre su trabajo... :)

  • #2

    David (martes, 13 junio 2023 09:39)

    Oeeee esta interesante el tema me párese bien q los estudiantes podamos participar en actividades como es aprender mas de nuestro entorno rural �

  • #3

    David (martes, 13 junio 2023 09:40)

    Oeeee rinrines